jueves, 13 de abril de 2017

La sexualidad y las metas imposibles

En un estudio sobre el comportamiento sexual de los humanos se dice que los hombres eyaculan un promedio de dos a tres veces por semana. Pero se aclara, también, que este número no puede servir de referencia para todos puesto que una cosa es ser un joven vigoroso y lleno de hormonas y otra, muy diferente, un adulto mayor de 50 con un nivel de testosterona en declive. Por lo tanto, estos promedios cambian según el grupo de edad: los menores de 30 tienen esa necesidad una vez cada dos días; en la franja de 30 a 50 el promedio es de dos veces por semana, y para los mayores de 50, lo normal es cuatro veces al mes.
El instinto sexual lo llevamos grabado a fuego en nuestra genética. Si uno solo de nuestros antepasados no hubiera copulado no estaría yo aquí escribiendo tonterías, ni ustedes leyéndolas.
Todos los mamíferos, excepto algunos simios y el hombre, copulan solo cuando la hembra está receptiva y preparada para ser fecundada, lo cual suele ocurrir pocas veces al año. El Homo Sapiens necesita satisfacer sus necesidades sexuales heredadas, como respirar o comer. 
Seguramente con el fin de ordenar la vida social, se ha considerado todo lo relacionado con el sexo como algo malo y pecaminoso que, como la muerte, se mantiene oculto. Como consecuencia de ello algunas religiones pusieron entre sus normas que sus pastores debían mantenerse célibes, a pesar de que todos sabemos que es una meta imposible. Un hombre necesita satisfacer sus necesidades sexuales heredadas, como respirar o comer.
Esta costumbre que, a pesar del desarrollo del conocimiento del comportamiento humano, se sigue manteniendo, cuánto daño nos ha hecho a todos y en especial a las religiones, a sus pastores y a sus feligreses. Cuanto daño hubiéramos evitado si nunca se hubieran establecido esas normas antinaturales.
El sexo y la religión no tienen nada que ver. El sexo sirve para la supervivencia de la especie y las creencias religiosas para vencer a la muerte.
¿Por qué no pueden los sacerdotes formarse en una universidad en lugar de seminarios cerrados, convivir con los otros estudiantes, tener una compañera y llevar una vida sexual normal como el resto de los mortales?
Pienso que nos beneficiaríamos todos y en especial ellos.