Descartes, el precursor de los grandes cambios, decía:
"no me ofrezcáis trabajos, dejadme holgazanear".
Mi hija, Yurena, aunque todavía cojea, ya se incorporó a su trabajo en el Instituto de La Palma. Yo intenté persuadirla para que prolongara algo más el tiempo de su recuperación, pero ella se negó a aceptar mis consejos.
-Estoy cansada de mirar a la pared- me comentó.
¡Cómo cambiamos al envejecer! Yo, ahora, mirar a la pared es la actividad que más me divierte.