Siendo conscientes de nuestra locura
y del manicomio donde vivimos,
los viejos nos acostamos y nos levantamos temprano.
Vagamos desorientados
Vagamos desorientados
por este laberinto absurdo
a dónde nos ha llevado la sinrazón de la razón.
Mientras pasan las horas y los pocos días
que nos quedan para el fin,
nos entretenemos disparándole a los amaneceres
y sonriendo ante nuestra propia mediocridad.