sábado, 21 de enero de 2017

La evolución.

                "Nada tiene sentido en biología si no es bajo el prisma de la evolución"
(Theodosious Dobzhansky)

Charles Darwin fue el Copérnico de la biología. Los organismos biológicos se agrupan en unidades de reproducción que llamamos especies. Las especies que existen hoy no fueron creadas por una divinidad. Proceden de otras especies que existieron en el pasado, a través de un proceso de descendencia con modificaciones. Desde que la vida apareció sobre la tierra ha estado sometida a un proceso continuo de evolución para adaptarse al medio ambiente cambiante donde se desarrollaba. 
La miopía y la soberbia nos hacen creer que somos el final de ese largo proceso, de 3.500 millones de años, y que la evolución se detendrá porque ha llegado, con nosotros, a su máxima perfección, pero somos solo un eslabón más de esa larga cadena. Dentro de unos pocos millones de años nuestra especie habrá desaparecido por evolución  o por extinción. 
No solo nosotros, como seres individuales, estamos programados para desaparecer, sino también nuestra propia especie.
Todos nuestros mitos, nuestros principios morales, nuestras leyes, nuestra cultura, nuestra forma de ver y de entender el mundo, nuestros dioses, nuestros fundamentos físicos y matemáticos, todo lo que hoy nos parece eterno, desaparecerá, después de haber realizado su aportación a la cadena evolutiva.
Esta es, pienso, la lección de humildad y relatividad que nos enseña el estudio de la evolución.