miércoles, 29 de noviembre de 2017

El mono loco

Presionados y acorralados por el medio ambiente, los homínidos no encontraron otra salida mejor para sobrevivir que desarrollar aquello que tenían más a mano: su cerebro. Así, incrementando su volumen consiguieron profundizar en el conocimiento del mundo que les rodeaba.
Esto provocó, irremediablemente, que se vieran obligados, al mismo tiempo y como daño colateral, a mirarse a sí mismos, a tener conciencia de su propia existencia y de su muerte. 
El instinto de supervivencia, consustancial con cualquier forma de vida, es incompatible con la conciencia de la muerte. Se produjo entonces un grave conflicto entre la razón, que intentaba emerger, y la conciencia de la muerte que se lo impedía.
La solución la consiguió desarrollando la imaginación al mismo tiempo que iba descubriendo el mundo exterior. El mundo sobrenatural y la esperanza de una vida después de la muerte, hijos del pánico, de la imaginación y del autoengaño, lograron, en principio, resolver el problema. Y así, la imaginación se convirtió en su principal aliado. Con ella consiguió ocultar la realidad que la razón le presentaba ante sus propios ojos y que su naturaleza le impedía aceptar.
Es verdad que el mundo sobrenatural ha frenado el proceso evolutivo normal de la razón, porque sus fundamentos no son racionales, pero también es cierto que sin él, sin el mundo sobrenatural, nunca hubiera podido surgir la razón tal y como se manifiesta hoy.
Desde el descubrimiento de la filosofía por los griegos, la razón intenta, empecinada e inútilmente, liberarse de todas esas fantasías que limitan su desarrollo.
La especie tiene su propio mecanismo reflejo de autodefensa, por eso rechaza y persigue el ateísmo. Sabe que su supervivencia depende de que todos sus miembros crean, sin dudarlo, en un fantástico e increíble cuento. La evolución los ha diseñado para creerse cualquier descabellada historia que pueda dar coherencia a su existencia.
Esa mezcla de pánico e imaginación los ha enloquecido hasta tal punto que no solo los ha hecho creer la estupidez de que son superiores a las otras especies que habitan el planeta, sino, incluso, superiores a las estrellas, a las galaxias y al propio universo porque estos finitos y ellos, pobres simios orgullosos, inmortales.
Con su cerebro están consiguiendo dominar el planeta e intentando salir de él, mientras, como un funambulista, hacen equilibrios sobre la débil cuerda que ellos mismos han trenzado con sus propias mentiras.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Desviando la mirada

En el año 2015 hubo en España 3.602 muertes por suicidios, unos 10 por día. Dicen los especialistas que su número seguramente es mayor porque muchos se disimulan como accidente por razones de vergüenza familiar. No se publican estadísticas sobre el número de intentos de suicidios.




Las personas que se quitan la vida en nuestro país casi duplican a la suma de las muertes producidas por el tráfico, el trabajo, la violencia de género y el terrorismo ¿Por qué nos preocupamos tanto de estas últimas, y nos olvidamos de la primera?
España, a nivel mundial, tiene un índice medio de suicidios. Ocupa el lugar 58 en una tabla de 100 países, con un índice de 8,5 suicidios/100.000 habitantes y año.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los suicidios son un grave problema de salud pública, que permanece oculto a pesar de que se cobra, en el mundo, 800.000 vidas/año. Cuatro veces más que los producidos por los conflictos bélicos y los desastres naturales (200.000).

domingo, 19 de noviembre de 2017

El gran manicomio

Esta mañana, antes de que saliera el sol, un hombre de 71 años escribió:
Vivimos en un gran manicomio y los locos más locos del manicomio guían nuestros pasos. La imaginación es nuestra única salvación, con ella conseguimos dar coherencia a nuestra fugaz y absurda existencia.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Soledad

El pequeño, de ocho años, ya se había dormido. Su esposo, a quien todos querían y admiraban, se había retirado al dormitorio, después de las buenas noches. Ella se quedó consultando el tratamiento de un paciente. Había sido un domingo clásico: paseo, comida familiar, tertulia y regreso a casa. Después de apagar el ordenador se sentó en el salón. Se quedó un momento quieta, inmóvil. De pronto, los ojos brillaron húmedos y las lágrimas rodaron, sin prisa, por sus mejillas.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Foto de familia




En mi dormitorio,
frente a la cama,
hay una foto de 1915.
Mi padre y sus hermanos
con mis abuelos.

A medida que envejezco
se va imponiendo una nueva forma de mirar.
Veo el mundo
como si ya no estuviera aquí,
como si ya estuviera en la nada,
con ellos.