El viejo profesor se sentó en el parque y pensó en el texto que había leído la noche anterior del filósofo Anthony Kenny:
"¿Qué puede ser más íntimo o más importante para cada uno de nosotros que nuestro yo? El yo es lo más personal y privado de cada uno de nosotros. La mayoría de las personas no ven nunca de nosotros más allá de nuestra ropa; unos cuantos íntimos han visto la desnudez de nuestra piel al descubierto, pero nadie distinto de nosotros mismos ha visto nuestro yo. Todos podemos sentir que los demás pueden conocernos en cierto sentido, pero lo que pueden saber es solo lo externo, por muy familiarizados que estén con nosotros, por mucho que se esfuercen, nunca alcanzarán nuestro yo real interno".
Luego sacó su pequeña libreta y escribió:
Luego sacó su pequeña libreta y escribió:
"Me veo como un observador externo. Nunca alcanzaré, por mucho que me esfuerce, a ver ni entender mi yo real interno, que se comporta caprichosamente y se oculta en el fondo de una oscura e impetrable cueva".