La mentira forma parte de nuestra naturaleza. Educamos a nuestros hijos con clases, discursos y consejos. Ellos nos escuchan, pero para sobrevivir deben imitarnos.
Deben aprenden muy pronto a vivir con esa doble moral, como nosotros, con la mayor naturalidad y sin sonrojarse.
Deben aprenden muy pronto a vivir con esa doble moral, como nosotros, con la mayor naturalidad y sin sonrojarse.