domingo, 11 de noviembre de 2018

XXX Epílogo en la isla de las maldiciones.

Cuando me asome, una noche, al espejo, con un candelabro encendido entre las manos, veré amanecer tras el cristal mi imprevista vejez precipitada por una lívida tarde sin proa.
Me voy hundiendo, atropelladamente, en un ocaso, que se hace cada vez más hondo, precedido por la ávida cita de una estrella.
Una mañana, me despertaré huésped de mis alas maltrechas y no volveré a dormirme, con ellas, acaso.

                                            Agustín Espinosa García 
Epílogo en la isla de las maldiciones
Crimen (1934)



      Tío Agustín, con solo 37 años -era la edad que tenía cuando publicó "Crimen"- empezaba a escribir por donde la mayoría termina.