DEDICATORIA: A la memoria de mi tío, Antonio Espinosa García,
y a sus lecciones sobre el Siglo de las Luces.
He estado leyendo estos días al gran humanista y sobre todo humilde Tzvetan Todorov (1939/2017). Se exponen a continuación pensamientos y frases tomadas de sus escritos que tienen relación con el nacionalismo y el fundamentalismo que está aflorando con fuerza de nuevo:
San Pablo nos enseña:
-"La fe no es lo determinante, lo que importa, por encima de todo, es el amor, el amor humano universal" (Primera epístola a los corintios).
-"El que ama al prójimo ha cumplido con la ley" (Romanos 13:8).
-"Toda la ley en una sola palabra se cumple: amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Gálatas 5:14).
San Pablo nos enseña:
-"La fe no es lo determinante, lo que importa, por encima de todo, es el amor, el amor humano universal" (Primera epístola a los corintios).
-"El que ama al prójimo ha cumplido con la ley" (Romanos 13:8).
-"Toda la ley en una sola palabra se cumple: amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Gálatas 5:14).
(Un precepto cristiano que merece ser escuchado hoy).
Se nos trata de imponer que la raíz de nuestra cultura europea es básicamente cristiana, pero Europa también tiene otras raíces, tanto o más importantes que la cristiana, y todas ellas constituyen nuestra identidad. Como es el legado de la Grecia clásica, al que debemos el desarrollo de la racionalidad y la búsqueda del conocimiento objetivo, y el de la Roma antigua con la organización del estado y de las leyes, y también el laicismo que surgió con la la Ilustración.
Aunque no debemos pasar por alto el papel de la religión cristiana en Europa, no está tan claro que sea la dominante. Si debiéramos atribuir un papel especial a una de estas tradiciones, no podría ser otra que la que nos dejaron los grandes pensadores del Siglo de las Luces.
Hasta la llegada de la Ilustración se imponía una sola forma de pensar, sin dejar hueco para ninguna otra. Es la Ilustración la que abre la posibilidad de que diferentes formas de pensar coexistan en un marco único. En el siglo XVIII, pensadores como Vico, Montesquieu, Hume y Herder empiezan a descubrir las ventajas de la pluralidad. El reconocimiento de que todos tenemos derecho a creer, pensar y actuar libremente, dentro del marco de la ley, sí que es el elemento básico, o prioritario, de nuestra identidad europea.
Los Estado democrático europeos modernos no fueron creados para favorecer una categoría de ciudadanos en detrimento de los otros, sino por el contrario para velar por el bienestar de todos por igual.
Lo que debe preocuparnos es que cualquier grupo -ya sea cristiano, musulmán, budista o ateo- trate de imponerse, no dejando hueco a los otros e intentado destruir la esencia de nuestra cultura europea.
Aunque no debemos pasar por alto el papel de la religión cristiana en Europa, no está tan claro que sea la dominante. Si debiéramos atribuir un papel especial a una de estas tradiciones, no podría ser otra que la que nos dejaron los grandes pensadores del Siglo de las Luces.
Hasta la llegada de la Ilustración se imponía una sola forma de pensar, sin dejar hueco para ninguna otra. Es la Ilustración la que abre la posibilidad de que diferentes formas de pensar coexistan en un marco único. En el siglo XVIII, pensadores como Vico, Montesquieu, Hume y Herder empiezan a descubrir las ventajas de la pluralidad. El reconocimiento de que todos tenemos derecho a creer, pensar y actuar libremente, dentro del marco de la ley, sí que es el elemento básico, o prioritario, de nuestra identidad europea.
Los Estado democrático europeos modernos no fueron creados para favorecer una categoría de ciudadanos en detrimento de los otros, sino por el contrario para velar por el bienestar de todos por igual.
Lo que debe preocuparnos es que cualquier grupo -ya sea cristiano, musulmán, budista o ateo- trate de imponerse, no dejando hueco a los otros e intentado destruir la esencia de nuestra cultura europea.