Dentro de algunos años habrán desaparecido para siempre los pasaportes, los muros, las alambradas y las fronteras.
Entonces, los nuevos habitantes de ese nuevo mundo, nos mirarán como nosotros miramos hoy el comercio de esclavos de hace solo un par de siglos.
Entonces, el primer derecho de ese nuevo ser humano será el derecho de poder transitar libremente sobre el planeta.
Entonces, cada uno elegirá el lugar donde vivir, la forma de pensar y los dioses a que adorar.
Entonces, habremos terminado con el miedo que nos obliga a encerrarnos y embrutecernos sobre nosotros mismos.
Recemos por ese nuevo amanecer.