miércoles, 29 de enero de 2020

Las contradiciones de la vida (NO)

Ayer, 28 de enero de 2020, en el cementerio de San Francisco, en Los Realejos, en un sencillo y emotivo acto se recordó a tío Agustín. Con dicho homenaje se cerró el año espinosiano. Un año que ha servido para rescatarlo del olvido. 



Después del golpe de estado de 1936, Agustín Espinosa García fue acosado y humillado por su revolucionaria pluma, viéndose obligado a renegar de ella y a quemar sus propios libros, circunstancias que precipitaron su prematura muerte. Se da la paradoja que es esa misma literatura revolucionaria, con su prosa inimitable, la que hoy se reedita y la que tanto se admira.
Su recuerdo debería servirnos para no olvidar nunca las consecuencias de aquel alzamiento militar y fascista que terminó con la rica vida cultural que amanecía en aquellos años.


sábado, 25 de enero de 2020

XXX Don Manuel Yanes (infancia)

Don Manuel Yanes era el cura de San Sebastián de la Gomera cuando yo era un niño. Yo fui, con 7 u 8 años, monaguillo de su Iglesia. En Semana Santa, cuando había una boda o algún acto religioso relevante solía darnos una propina por nuestro trabajo. Una propina que nosotros agradecíamos llenos de alegría. Recuerdo que al finalizar una Semana Santa le dió a cada uno de sus monaguillos una moneda de cinco pesetas. Yo me senté en la acera, junto al carrito de los helados, y me comí, sin descansar, cinco polos, uno tras otro.
Don Manuel Yanes era amigo de mi padre. Recuerdo verlos sentados en la Plaza del Kiosco tomando una cerveza a la sombra de aquellos laureles gigantes.
Yo dejé de ser monaguillo cuando él se fue. Luego me enteré que había colgado la sotana y se había marchado a Venezuela.
Yo nací cuando mi padre tenía 46 años. Seguramente por eso él siempre me habló como un abuelo. Cuando vivíamos en el telégrafo de La Orotava, siendo yo un joven de unos 18 años, me dijo que su amigo, Don Manuel Yanes, le había dicho en una ocasión: "Me siento fracasado, Fernando, creo que los que vienen por la Iglesia, a pesar de presumir de cristianos, son aquellos del pueblo que menos respetan el Nuevo Testamento."
Don Manuel Yanes tuvo que haber sido un hombre muy valiente y haber estado muy seguro de las virtudes de su amigo Fernando Espinosa, para atreverse a exteriorizar sus pensamientos, siendo quien era, en aquellos años de dictadura inquisitorial.
No sé qué habrá sido de él, pero en mi memoria conservo su entrañable recuerdo.

Mi amiga, Encarna Jerez Padrón, que vive en San Sebastián de la Gomera y que acaba de leer este texto, me aclara:
"Don Manuel Yanes era un hombre alto y bien parecido. Hace unos años regresó de Venezuela, ya muy mayor, con la intención de pasar sus últimos días en La Gomera, pero no pudo realizar su sueño. Murió en Tenerife a los pocos días de llegar."

Rezo, esperanzado, para que Dios exista y para que lo lleve hasta la Plaza del Quiosco y lo siente junto a su amigo Fernando Espinosa a tomar una cerveza.

miércoles, 15 de enero de 2020

XXX Juventud y vejez (sociedad)

Cuando yo era un muchacho encontré en casa una foto de mi padre, de su juventud. Estaba con otros jóvenes. Todos llevaban sombrero y bastón. Le pregunté que por qué vestían así, como viejos. Me contestó que en esos años -debió ser alrededor 1920- la juventud estaba desprestigiada. Entonces se valoraba la vejez. Por eso los jóvenes intentaban parecerse a los ancianos. Hace un siglo las costumbres sociales y la tecnología cambiaban muy lentamente. Lo conocimientos acumulados por un hombre, a lo largo de su vida, era un bagaje que le daba prestigio porque seguían siendo útiles a la sociedad valoraba por su utilidad.
Hoy todo cambia tan rápidamente que lo aprendido ya no sirve de nada después de transcurrido un corto espacio de tiempo. Por eso los viejos, hoy, se visten de jóvenes intentando parecerse a ellos e intentando inútilmente alcanzar un mundo que ya ha quedado irremediablemente atrás.