Ayer, 28 de enero de 2020, en el cementerio de San Francisco, en Los Realejos, en un sencillo y emotivo acto se recordó a tío Agustín. Con dicho homenaje se cerró el año espinosiano. Un año que ha servido para rescatarlo del olvido.
Después del golpe de estado de 1936, Agustín Espinosa García fue acosado y humillado por su revolucionaria pluma, viéndose obligado a renegar de ella y a quemar sus propios libros, circunstancias que precipitaron su prematura muerte. Se da la paradoja que es esa misma literatura revolucionaria, con su prosa inimitable, la que hoy se reedita y la que tanto se admira.
Su recuerdo debería servirnos para no olvidar nunca las consecuencias de aquel alzamiento militar y fascista que terminó con la rica vida cultural que amanecía en aquellos años.
Su recuerdo debería servirnos para no olvidar nunca las consecuencias de aquel alzamiento militar y fascista que terminó con la rica vida cultural que amanecía en aquellos años.