jueves, 5 de noviembre de 2020

XXX Las sirenas (poesías)




El LANCELOT, navegando en la bahía de Santa Cruz de Tenerife

En un velero, la jarcia fija la forman el conjunto de cables que sujetan el mástil y la jarcia de labor los cabos con los que se suben y orientan las velas. El Lancelot tiene siete cables en la jarcia fija y doce cabos en la de labor. La jarcia fija se ajusta mientras el barco está en reposo, en el puerto, y recuerda al afinado de un instrumento musical de cuerda. La de labor mientras navega, cuando  las velas se encuentran con el viento. Entonces el marinero pone todo su atención en orientar las velas para que el viento transmita toda su energía a la embarcación.
En el silencio de la navegación a vela, la música del viento cuando tropieza con la jarcia y las velas, acompañado de la percusión producida por la parte sumergida del casco al deslizarse sobre el agua y al golpearse contra las olas, convierten al velero en un instrumento musical y la navegación a vela en un concierto.
Es, sobre todo, esa música seductora la que obliga al marinero, una y otra vez, a regresar al mar.