Nosotros, hombres blancos de la Europa democrática, educados en los principios de la Ilustración y en la moral cristiana.
En los siglos XVI, XVII y XVIII apresábamos a nuestros semejantes del centro de África. Encadenados y contra su voluntad los metíamos en las bodegas de grandes veleros y los trasladábamos a América, donde desarraigados los convertimos en nuestros esclavos.
Nosotros, hombres blancos de la Europa democrática, educados en los principios de la Ilustración y en la moral cristiana.
Durante el siglo XIX, colonizamos y esclavizamos, en su propia tierra, a nuestros semejantes, los habitantes del África negra.
Nosotros, hombres blancos de la Europa democrática, educados en los principios de la Ilustración y en la moral cristiana.
Ahora, temerosos por perder nuestra hipócrita moral y nuestra cultura de papel de regalo, rechazamos a los africanos que llegan desesperados hasta nuestras tierras en ataúdes náuticos o escalando vayas espinosas para escapar del hambre y de las guerras.
Nosotros, los hombres blancos de la Europa democrática, educados en los principios de la Ilustración y en la moral cristiana.