Sobre la aterciopelada noche de mi espalda
se duerme el atardecer de un amanecer perdido.
He olvidado el gran cubo de basura
que, sobre el piano apolillado,
embellece la sala de los viejos mitos.
Los niños contemplan
los azules sonidos de las torres
y las faldas que bailan
sobre las tumbas de los faraones.
La eterna lengua del océano
acaricia los sexos de las playas,
mientras la vida y la muerte
se entretienen con su infinito juego.
Los cascabeles de tus ojos tristes
hacen latir las tejas de mi alma herida.
Yo espero, sin interés, el regreso a la nada
y tú sueñas con un proyecto de templos destruidos.
y tú sueñas con un proyecto de templos destruidos.