Los amplios ventanales nos dejan ver, al fondo, el majestuoso macizo de Anaga. Las mesas están ocupadas parcialmente por jóvenes que leen, estudian, miran sus móviles y a veces, en pequeños grupos, charlan en voz baja. Acabo de cerrar el libro. Es la sala de lectura de la planta 5ª de la Biblioteca del Campus de Guajara, de la Universidad de la Laguna, donde está la Sección de Filosofía. Estamos rodeados de estanterías llenas de libros que intentan encontrarle una explicación a todo este misterio.
Aquí paso varias horas a la semana, más por diversión que por otra cosa porque hace ya mucho tiempo que tiré la toalla.
¡Cuántas horas de meditación y cuánta tinta empleada para intentar escapar de este infinito laberinto, en el que llevados por la razón, hemos quedados atrapados!
¡Cuántas horas de meditación y cuánta tinta empleada para intentar escapar de este infinito laberinto, en el que llevados por la razón, hemos quedados atrapados!
¡Pobre sapiens! Nos comportamos igual que un simio que intentara obstinadamente resolver una ecuación diferencial o comprender la física cuántica.