REFLEXIONES EN EL TREN DE BYDGOSZCZ A GDANSK
(La contradictoria Polonia)
Bydgoszcz o la "Pequeña Venecia", como la llaman los polacos, cuenta con un amplio entramado de ríos, canales, exclusas y puentes, rodeado de parques que, con la música del agua, invitan al paseo y la relajación. El poco turismo existente es, en su mayoría, polaco. Familias que disfrutan del buen tiempo y de las vacaciones de los niños, que juegan y se refrescan en cualquier lugar donde encuentren agua (fuentes, ríos y canales). La guía dice que la ciudad está comunicada fluvialmente con Berlín, el Mar Báltico y el Mar Negro. Esos anchos caminos de agua eran las autopistas del pasado.
La religión y el alcoholismo -las dos balsas salvavidas de los Sapiens- están presente en el aire. Cuando visitamos las iglesias se siente el fervor de la gente. Nos llama la atención el gran número de niños. Los matrimonios jóvenes son, en su gran mayoría, familias numerosas (3, 4 o 5 hijos). En los barrios marginales de las ciudades se pueden ver la pobreza junto con el alcoholismo, en unos edificios casi en ruinas, que contrastoan con el centro y con los cuidados parques y jardines. A las gentes, que hablan siempre en voz baja, casi en secreto, parece que les resulta difícil sonreír. En una estación de tren, un señor cogió dos de nuestras tres maletas para ayudarnos a salvar una escalera. Cuando me despedí de él, mi sonrisa y mis palabras de agradecimiento se encontraron con un rostro serio, casi enfadado, que se alejaba. Una camarera de hotel rechazó orgullosa una propina que Leonor quiso darle en compensación por un favor. Las ciudades, a pesar de la pobreza, están relativamente limpias. Parecen serios y cumplidores de las normas de convivencia. Se siente uno muy seguro rodeado de estas gentes, especialmente en las zonas rurales.