martes, 25 de febrero de 2020

XXX Manifiesto surrealista


Es la apasionada búsqueda de la libertad lo que ha constituido constantemente el móvil de la acción surrealista.
ANDRÉ BRETON

Todo aquello que no ataca a la sociedad y a las instituciones no es surrealista.
LUIS BUÑUEL

Cada vez que un hombre no acepta la vida tal y como se la han presentado y se aparta del camino establecido, hay en él un surrealista.
ANDRÉ MASSON

Todas las épocas han tenido, tienen y tendrán sus surrealistas. 
MAN RAY

El surrealismo era, entre otras muchas cosas, una revuelta contra la mediocridad. Los mediocres no están dispuestos a olvidarlo, y en todo momento están prontos para vengarse de los golpes merecidos que han recibidos.
ROBERT DESNOS

El surrealismo ha puesto los pies sobre el plato del oportunismo contemporáneo.
RENÉ CREVEL

Me declaro surrealista por el hecho mismo de ser fundamentalmente heterodoxo y el surrealismo no me impone más dogma que el de la libertad integral.
ALDO PELLEGRINI

lunes, 24 de febrero de 2020

XXX Juan Goytisolo

Juan Goytisolo Gay (Barcelona 1931-Marrakech 2017)

Hoy se pasea por mi mente el gran Juan Goytisolo, el enamorado de la cultura árabe y de Marrakech. Nació en Barcelona, se autoexilió en la dictadura y pasó su vida entre París y Marrakech, donde murió. Me vienen a la memoria sus enseñanzas:

El escritor es un ser solitario y se enriquece cuando transita en las fronteras de las culturas, de los países y de las lenguas. Es coetáneo de los poetas antiguos y medievales. Sabe unificar la intimidad y la distancia.  Y siempre, siempre, siempre,  duda de si mismo.
Toda obra nueva carece de interés si no es un salto al vacío.

Esta última frase me trae ahora a la memoria "crimen", de tío Agustín.
Luego hablando del nacionalismo castizo y de la pureza ideológica, dice:

El significado de una cultura se revela en toda su plenitud gracias al encuentro y al contacto con las otras culturas.

viernes, 21 de febrero de 2020

XXX Yo también (intimidades)


Tenía 29 años, el 26 de septiembre de 1975, un mes antes de que naciera mi hija Yurena. Ese día el Consejo de Ministros, siguiendo las instrucciones del dictador, aprobó por unanimidad el fusilamiento de cinco de los once condenados a pena de muerte en juicio militar sumarísimo.
Este hecho, en el final de la dictadura —Franco moriría solo unos meses después— fue un verdadero escándalo a todos los niveles. A nivel interno se produjeron huelgas generales y altercados por todo el país. A nivel internacional gran número de actos de rechazo. El Papa, Pablo VI, envió un mensaje solicitando clemencia. Olof Palmer, el Primer Ministro sueco, organizó una campaña contra la sentencia. Nicolás Franco, hermano del dictador, le pidió que reconsiderara su postura. Infinidad de personajes, como el Cardenal Vicente Enrique Tarancón, lo intentaron. Todo fue inútil. Al día siguiente fueron fusilados.  Yo con mi vieja radio de onda corta escuchaba las emisoras extranjeras y estaba al corriente de las noticias. Daba pena escuchar cómo se hablaba de nuestro sistema político y de nuestro país. 
Yo era funcionario del estado —lo fui desde los 28 años hasta que me jubilé— y me encontraba cómodo en esa situación.
Unos días antes del fusilamiento nuestro jefe nos informó que todos los funcionarios teníamos que presentarnos en la Capitanía Militar para apoyar al dictador. También nos dejó muy claro que no se aceptaban disculpas de enfermedad o de cualquier otro tipo. Todos deberíamos cumplir la orden si no queríamos ser expedientados.
Agaché la cabeza, por no perder mi trabajo, y rabiando me presenté allí. Pasé una de las situaciones más humillantes y, al mismo tiempo, más surrealista de mi vida.
Todos los funcionarios nos reunimos en el gran patio interior de la Capitanía. Luego, por Delegaciones, fuimos entrando, en fila india, en una sala grande y larga. Yo la recuerdo lúgubre, como un gran tanatorio. Andamos despacio sobre una larga alfombra que unía dos puerta enfrentadas de la sala. En mitad del recorrido, a la derecha, había una tarima y sobre ella un gran sillón, en el que se sentaba un general lleno de entorchados y medallas. Al llegar a su altura, como se nos había instruido y como hicieron los demás, giré 90 grados, a la derecha, e incliné la cabeza en señal de pleitesía y de apoyo a las ejecuciones programadas.
A pesar del tiempo transcurrido, todavía, siento repugnancia de mí mismo y de mi cobardía.

jueves, 20 de febrero de 2020

La prostitución (NO)

    Las modelos que utilizó Murillo para pintar sus famosas vírgenes, que tanto hemos todos adorado, fueron prostitutas de Sevilla.
    Si nos limpiáramos el maquillaje y escarbáramos dentro de nosotros, descubriríamos, como en las vírgenes de Murillo, la prostitución, que es la característica esencial de nuestra especie.

domingo, 16 de febrero de 2020

XXX Los esclavos de la mentira

Una hora más tarde pasó el entierro del cochero de la esquina.
Iba su ataúd sobre su mismo coche de punto,
tirado por su mujer y su hijo pequeño.
Seguían al macabro vehículo siete caballeros enlevitados,
portadores de coronas de azucenas en la cabeza.
El enlevitado impar precedía a los otros seis
y llevaba una bandera española,
cuyo grueso mástil terminaba en una zapatilla despilfarrada.

En el sitio donde estaba antes mi estatua había ahora un burro apolillado,
cojo de una pata,
y un cubo de basura adornado con lirios blancos.

¿Era yo un caballo?
Crimen (1934)
Agustín Espinosa García 


Tío Agustín, con esa prosa deslumbrante, se ríe -se descojona- de la podredumbre de los valores sociales con los que somos adoctrinados desde niños y que serán luego los fundamentos de nuestra existencia. Una existencia basada exclusivamente en la interpretación y las bambalinas.
Vivimos aferrados a las mentiras de ese adoctrinamiento con todas nuestras fuerzas y nada nos produce más irritación que algún impertinente destruya los pilares sobre los que se sustenta nuestra mísera farsa.
Él, consciente del riesgo, nos arrancó el disfraz y nos puso frente al espejo.
Ese fue su pecado, su crimen y su ruina.