jueves, 21 de mayo de 2020

Los daños colaterales del coronavirus (NO)

Desde que empezó a atacarnos el coronavirus, obligándonos a encerrarnos, se ha propagado, como el propio virus y ayudado por las  redes sociales, un fundamentalismo radical del que pocos escapan.
La mayoría de mis contactos no paran de enviarme mensajes llenos de odio visceral contra el Gobierno y contra los que dirigen la pandemia. Gente de la que, hasta ahora, desconocía su afiliación política y a la que nunca le había oído hablar de estos temas.
Al final, como siempre, me he quedado solo. Agarrado, con fuerza, a una piedra de la ribera del río, mientras escucho el ruido sordo y constante de la corriente que a todos intenta arrastrarnos y homogeneizarnos.