viernes, 16 de octubre de 2020

XXX Las madres (la familia)

 Ahora, que las cataratas empiezan a dificultarme la visión, me he acordado de mi madre.
Fui por primera vez al oculista cuando tenía unos 17 años. Desde niño siempre me había parecido que los demás veían mejor que yo. En muchas ocasiones se lo había dicho a mi madre. Mi padre no se ocupaba de esas cosas. Siempre me contestaba lo mismo. Tonterías, tú ves bien, solo quieres presumir.
Por fin, cuando vivíamos en La Orotava, después de insistir mucho, accedió.
El oculista, después de explorarme, me preguntó si nunca había llevado gafas. Le contesté que no. Me dió el papel con la graduación y me dijo que debería haberlas llevado desde niño.
Cuando la óptica me dio las gafas estuve unos diez días que iba asustado por la calle. Con la boca abierta. Descubrí un mundo nuevo. En el cine, en los letreros de las calles, en la pizarra del colegio, en las montañas lejanas, en las nubes.
Cuando regresé a casa, después de la visita al oculista y le conté a mi madre lo que me había dicho, me contestó:
-Eso lo sabía yo desde que naciste, pero la familia, las amigas y todo el mundo, cuando te veían, hacían comentarios de tus ojos. ¿Cómo iba a privarme de ese placer?