miércoles, 28 de marzo de 2018

El muelle

Solo,
me paseo por el muelle
esperando mi barco.
Mientras miro el horizonte
me entretengo
interpretando mi papel en la comedia,
con la cabeza baja,
diciendo sí
y sonriendo.

jueves, 22 de marzo de 2018

El Frente de Juventudes


  El Frente de Juventudes fue una sección del partido político
por el Régimen de Franco en 1940 para el encuadramiento
y adoctrinamiento político de los jóvenes españoles
según los principios del Movimiento Nacional.
(Wikipedia)               



A mediados de los años 50 del siglo pasado, en plena dictadura del general Franco, era yo un niño de pantalón corto y vivíamos en la casa del Telégrafos viejo de San Sebastián de la Gomera. Todos los domingo los niños íbamos al colegio, pero no asistíamos a clase. Separados por sexos, formábamos como soldados en el patio del recreo y luego, en fila india, nos llevaban a misa. La asistencia al oficio religioso dominical era una actividad obligatoria más de la formación de los infantes.
Había también, como en todos los pueblos, un “Frente de Juventudes”. Era un local donde se reunía a los niños -solo los varones- para programarlos en los principios del régimen fascista que nos gobernaba, en valores como la bandera, los himnos y la patria e inculcarles el sentimiento irracional y anticristiano de pertenencia a un pueblo y a una raza superior. Se embullaba a los niños con actividades recreativas y juegos. Era un lugar de reunión agradable al que yo solía acudir con mis amigos. Un adulto se encargaba de su organización. A este hombre se le conocía con el nombre de “El Político”. Un día se produjo la crisis. Se fue el que hasta ese entonces dirigía nuestro “Frente de Juventudes” y que se preocupaba más de los juegos que del adoctrinamiento, siendo sustituido por un joven lleno de “valores” e interesado más en el proselitismo que en los juegos. 
A los pocos días de llegar nos dio a todos los niños un papel para nuestros padres, advirtiéndonos que el que no lo trajera firmado no podría volver por el local. En él decía que el firmante deseaba que su hijo fuera formado en esos principios. Nunca olvidaré la escena. Mi padre estaba en su despacho de Telégrafos. La mesa estaba situada de forma que él quedaba mirando hacia la puerta. Yo entré contento con el papel, lo puse sobre la mesa, le explique de qué se trataba y me quedé esperando su firma. Él leyó el papel, luego me miró. Volvió a leerlo. Lo cogió entre sus manos, lo rompió en  pequeños pedazos, los arrojó en la papelera colocada junto a sus pies y, si decir ni media palabra, continuó su trabajo. El pobre Tinito no pudo volver al “Frente de Juventudes”. Ahora recuerdo con orgullo aquel gesto de mi padre que permanece imborrable en mi memoria.


El "Frente de Juventudes" español guardaba similitud
en su estructura con las "Juventudes Hitlerianas" alemanas,
con la "Obra Nacional Bolilla" del fascismo italiano
y con la "Mocidade Portuguesa".
(Wikipedia)

miércoles, 14 de marzo de 2018

Turkmenistán

Estas "ocurrencias" reciben visitas de gentes de otros países. Hace unos días entró, por primera vez, un ciudadano de Turkmenistán. No sabía que existiera un país con ese nombre. Entré en Internet para informarme. Wikipedia dice que es un país del Asia Central, de mayoría musulmana y conducido por un férreo dictador.

De acuerdo con Human Rights Watch, Turkmenistán "sigue siendo uno de los países más represivos del mundo. El país está prácticamente cerrado al escrutinio independiente, los medios de comunicación y las libertades religiosas están sujetas a restricciones draconianas y los defensores de derechos humanos y otros activistas se enfrentan a la amenaza constante de represalias del gobierno". El presidente Berdimuhamedow promueve un culto a su personalidad en la que sus familiares y sus asociados disfrutan de un poder ilimitado y ejercen un control total sobre todos los aspectos de la vida pública. No existe la televisión privada en Turkmenistán. Los artículos publicados por los periódicos controlados por el Estado están fuertemente censurados y escritos para glorificar al Estado y su líder. (Wikipedia)

Los jóvenes no estaban y los mayores intentamos olvidarlo, pero, aunque parezca mentira, cuando yo era un niño, hace 65 años, así vivíamos aquí y así nos veían desde fuera.

miércoles, 7 de marzo de 2018

La ortografía


Cuando yo era un niño, a principio de los años 50 del siglo pasado, no había Internet y en contadas casas de San Sebastián de la Gomera había un diccionario, por eso la gente se acostumbró a ir al telégrafo a preguntarle a mi padre como se escribía tal o cual palabra. Mi madre contaba orgullosa la vez que el alcalde y el notario fueron a ver al telegrafista para que hiciera de árbitro en una discusión ortográfica. A él nunca lo oí jactarse de eso. Bueno, ni de eso ni de nada.
Mi padre fue un alumno destacado, pero cuando terminó el bachillerato tuvo, por razones económicas, que preparar oposiciones. Por aquellos años, 1919, telegrafista era una salidas ventajosa.
Yo de niño fui muy mal estudiante. Aún recuerdo a mi padre con las manos en la cabeza hablando de sus hijos: ¡Qué será de estas calamidades! Solo me interesaba la playa, el barranco, el campo de futbol, las palmeras, el bajio y la plaza. Mi ortografía era un auténtico desastre. Todavía arrastro esa inseguridad ortográfica. 
Quizás por eso siempre he mirado con desprecio a los cultos burgueses que se ríen de la gente que por su formación hablan o escriben incorrectamente. Me gustaba el castellano antiguo que se hablaba -¿se sigue hablando?- en los pueblos del interior de la Gomera.
La función de la escritura y del leguaje es comunicarnos. La forma es solo un aditamento que se establece por cada cultura y en cada época, y que solo sirve, como las ropas, las joyas y todas esas estupideces que tanto nos gusta a los Sapiens, para informar la clase social a la que se pertenece. Los señoritos se sienten superiores cuando miran con desprecio y mofa al que no habla o escribe como ellos, sin darse cuenta que toda esas modas serán sustituidas por otras que serán de utilidad para los nuevos señoritos.

sábado, 3 de marzo de 2018

72 años

Cuando tenía 15 años pensaba que los 70 quedaban en el infinito y cuando tenía 40 que nunca llegaría a hoy. Pero la realidad es tozuda. ¡Dios mío, hoy cumplo 72 años!
Nunca pude imaginar que estos años, que ahora estoy pasando, pudieran ser los mejores de la vida. Los años y la holgazanería de la jubilación me han transportado a un mundo nuevo. Siento que aún estoy aquí y, al mismo tiempo, que ya me he ido. Es una sensación tan extraña. Como si me hubiera puesto a volar después de sacar la cabeza de debajo del ala. ¿Serán mis neuronas que se encargan de quitar valor y dramatismo a todo, preparándome  para el viaje definitivo o, tal vez, que estoy perdiendo la razón?
Desde este cómodo avión, donde me he subido, se observa con claridad el infinito pasado que precedió nuestro nacimiento, el infinito futuro que seguirá a nuestra muerte y en medio este instante de estúpida, absurda e inútil comedia.