viernes, 27 de enero de 2017

El payaso loco.

El hombre moderno, el Homo Sapiens Sapiens, apareció como especie hace unos 100.000 años, como consecuencia del proceso evolutivo de una larga cadena de antepasados homínidos. Los más conocidos son: el Homo Sapiens (300.000 años), el Homo Erectus (1,5 millones de años), el Homo Habilis (2 millones) y el Australopithecus (3 o 4 millones). Todos ellos fueron nómadas, primero recolectores y luego, también, carroñeros y cazadores. Vivián en pequeños grupos que cambiaban periódicamente de lugar en función de los recursos que le aportaba el medio. Tenían escasas propiedades, solo las que podían transportar sobre ellos. Estaban completamente integrados con la naturaleza, considerándose parte de ella. No se sabe cuando aparecieron los dioses, pero posiblemente fue cuando el desarrollo del cerebro les hizo tener conciencia de la muerte y les llegó el pánico, que nosotros seguimos padeciendo. Sus dioses eran reales: el sol, la tierra, el rayo, la lluvia, el viento, el mar... Elementos de los que dependían, a los que temían y que no podían controlar.
Nuestra forma actual de vivir y de pensar es consecuencia del cambio brusco que se produjo en nuestra especie hace solo unos 10.000 años, cuando nos hicimos agricultores-ganaderos y sedentarios. Aprendimos a domesticar las plantas y los animales, convirtiéndolos en nuestros esclavos. La demografía empezó a crecer exponencialmente. Con el sedentarismo nacieron las ciudades y los países con miles y millones de habitantes. Poco a poco nos fuimos separando de la naturaleza y de los otros seres vivos. Como consecuencia de ello, surge el convencimiento de que somos seres superiores al resto de las otras especies que habitan el planeta. Luego aparecen los dioses imaginarios y la religión monoteísta en que hemos sido educados, que nos enseña que somos igual que dioses, con un alma inmortal y los propietarios de la tierra.
El hijo de un modesto y humilde simio camina hoy como un loco, orgulloso, llevando sobre su cabeza un gran corona y creyéndose el rey de todo el universo.

martes, 24 de enero de 2017

Darwin


En la conferencia que el filósofo Karl R Popper dió en el Darwin College de Cambrige, el día 8 de noviembre de 1977, sobre “la selección natural y el surgimiento de la mente”, dijo: “Darwin no es solamente el más grande de los biólogos sino también una persona admirable, venerable y encantadora. En sus cartas y en su biografía se descubre un ser humano casi perfecto en su sencillez, humildad, modestia y devoción por la verdad”.
Los grandes innovadores de la ciencia son aquellos que han sabido desprenderse del orgullo y la soberbia que rige el comportamiento de nuestra especie.
¿Cómo es posible, si no, que un hombre que fue educado en el convencimiento de que pertenecía a una especie superior, creado por un dios y provisto de un alma inmortal, pudiera, guiado por la razón, arrancarse la corona real y ponerse a caminar, de igual a igual, con los otros seres vivos del planeta?

sábado, 21 de enero de 2017

La evolución.

                "Nada tiene sentido en biología si no es bajo el prisma de la evolución"
(Theodosious Dobzhansky)

Charles Darwin fue el Copérnico de la biología. Los organismos biológicos se agrupan en unidades de reproducción que llamamos especies. Las especies que existen hoy no fueron creadas por una divinidad. Proceden de otras especies que existieron en el pasado, a través de un proceso de descendencia con modificaciones. Desde que la vida apareció sobre la tierra ha estado sometida a un proceso continuo de evolución para adaptarse al medio ambiente cambiante donde se desarrollaba. 
La miopía y la soberbia nos hacen creer que somos el final de ese largo proceso, de 3.500 millones de años, y que la evolución se detendrá porque ha llegado, con nosotros, a su máxima perfección, pero somos solo un eslabón más de esa larga cadena. Dentro de unos pocos millones de años nuestra especie habrá desaparecido por evolución  o por extinción. 
No solo nosotros, como seres individuales, estamos programados para desaparecer, sino también nuestra propia especie.
Todos nuestros mitos, nuestros principios morales, nuestras leyes, nuestra cultura, nuestra forma de ver y de entender el mundo, nuestros dioses, nuestros fundamentos físicos y matemáticos, todo lo que hoy nos parece eterno, desaparecerá, después de haber realizado su aportación a la cadena evolutiva.
Esta es, pienso, la lección de humildad y relatividad que nos enseña el estudio de la evolución.

lunes, 9 de enero de 2017

Los ciegos orgullosos.

Robert Wilson (Norteamericano y Premio Nobel de Física por su descubrimiento de la radiación cósmica de fondo de microondas): "No sabemos lo que es el 96% del universo".

Teodoro Vives (Autor de "Espacio y Tiempo" y figura de referencia en la astronomía española de la segunda mitad del siglo XX): la percepción nos enseña que el mundo virtual que vemos en el interior de nuestro cerebro no tiene nada que ver con el real que puede existir en el exterior y el cual nunca llegaremos a conocer por las limitaciones de nuestros propios sentido. Luego añade: Como sonámbulos los científicos han estado siempre caminando a tientas entre los oscuros misterios del universo, guiados por el sueño de la razón, en un vano intento de descubrir la realidad objetiva del mundo. Hasta que poco a poco se ha hecho patente que esa realidad es inalcanzable. Lo único que podemos conocer es la imagen virtual del mundo interior creada por la mente. Pero eso nos basta para sobrevivir y prosperar en un universo exterior que desconocemos.

Nuestros sentidos solo pueden captar el 4% de lo que existe ahí fuera, luego, ese escaso 4%, llega a nuestro cerebro adulterado y deformado por el propio mecanismo de la percepción.
Pero, lo que es todavía más importante, en nuestro cerebro existe todo un mundo inventado, fruto de nuestra imaginación, en el cual creemos ciegamente y por el cual estamos dispuestos hasta morir.

lunes, 2 de enero de 2017

El hijastro. XXX

¿Por qué no puedo ser igual que los demás
y seguir creyendo las bellas mentiras de la infancia?
¿Por qué no puedo integrarme en los grupos sociales
ni en las corrientes de pensamiento?
¿Por qué no puedo ir a los estadios
y, como todos, chillar colérico?
¿Por qué no puedo adorar a los dioses,
ni venerar a los próceres,
ni seguir a los líderes, ni a los maestros?
¿Por qué no puedo ser un gregario más,
que se deja llevar despreocupado y feliz por la corriente?
¿Por qué solo me siento bien al margen?