sábado, 25 de abril de 2020

XXX Liberación

El virus, que nos diezma y aterroriza, nos está empujando, casi sin notarlo, a atrincherarnos en el fuerte, con todos los cerrojos bien pasados, y a rescatar los viejos prejuicios del pasado, que nos conducirán, irremediablemente, al embrutecimiento. Ninguna cultura tiene posibilidades de ennoblecerse si no tiene otras con las que relacionarse.
El "hombre" debe ser, ante todo, universalista. La solidaridad y la comunión entre todos los hombres, que es un noble mandamiento cristiano, debería ser la única bandera de la especie. La comunión, no solo entre nosotros sino también con los demás seres vivos y con el propio planeta, es nuestra única esperanza. En su lugar nos encerramos en unas patrias construida sobre mitos y leyendas inventadas por los antepasados para mantenernos aislados dentro de  gruesos muros.

viernes, 24 de abril de 2020

XXX Un nuevo país de viejos

Antes, solo los viejos, ya sin ambiciones, disfrutábamos de las cosas que están ahí, a la vista y al alcance de todos: el sol y las estrellas, los atardeceres y los amaneceres, la brisa del mar en el rostro mientras se camina sobre la arena de la playa, los senderos entre la laurisilva, la lluvia, los viejos poemas, los pensamientos de los clásicos... 
El resto, mientras tanto, cegados por las carreras, las prisas y la estampida, tomaban todo eso, que tanto valoramos los que estamos en la edad de las despedidas, como el decorado.
El coronavirus, con el encierro y el brusco frenazo, ha convertido a este país en un asilo. Un país que empieza a mirar las cosas que hace unos meses solo le interesaban a los ancianos. Un mundo que a partir de ahora, dicen y espero, será más lento y más reflexivo. De ese nuevo mundo de viejos espero yo la salvación. Es nuestra última esperanza.  

miércoles, 22 de abril de 2020

LA HIBRIS (NO)

La hibris es un concepto griego que puede traducirse como ‘desmesura’. Es el intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres. La transgresión de su propia naturaleza: mortales y terrenales. La consideraban la mayor falta de los hombres. 
A pesar de que el Dios en la Biblia expulsó del Paraíso a Adán y Eva, posiblemente por esa misma razón, nosotros seguimos en nuestro vano intento de alcanzar su poder. No deja de ser curioso que intentemos con todas nuestras fuerzas parecernos a algo que solo existe en el interior de nuestro cerebro y que es fruto de nuestra imaginación.
¿Quién ha olvidado cómo hasta hace pocos meses hablábamos orgullosos de nosotros, de nuestro maravilloso cerebro y de nuestro dominio sobre las otras especies y sobre el planeta?
¿Quién ha olvidado cómo algunos científicos se vanagloriaban de los progresos en biología, medicina y genética, que nos harían, como los dioses, eternos?
Un microscópico e insignificante virus, en el plazo de unos pocos meses, ha hecho tambalear todo nuestro orgullo.
El coronavirus podría ser la hibris que envían los dioses de la antigua Grecia sobre el gran manicomio, en que se ha convertido este planeta, para hacernos entrar en razón.
En mi pesimismo crónico, creo, que todo seguirá igual. Después que pase, los que sobrevivan lo olvidarán y seguirán orgullosos la ciega eterna estampida. 

martes, 21 de abril de 2020

El coronavirus IV (NO)



Aunque hoy, en la isla,  luce un día espléndido de primavera, los negros nubarrones y las rachas de viento huracanado de las noticias, anuncian un temporal devastador.
Nada puedo hacer para modificar la tormenta que se avecina. Solo me queda esperar, observar y, si es posible, aprender.
El miedo, que nos ha metido asustados dentro de la cueva, ha sacado a la luz las más bajas pasiones y, también, los más nobles instintos de nuestra especie.
Ha puesto a la vista, de todo aquel que la soberbia no le impida mirar, la delicada fragilidad de nosotros, de nuestras verdades, de nuestra estructura social y de nuestra especie.
Mientras el sol sigue pintando con pasteles cada mañana y cada tarde las nubes, el mar copiando el azul del cielo y el viento salpicando de manchas blancas las crestas de las olas, yo tengo la suerte de poder compartir la soledad de estos días de encierro con la mujer que me guía desde la lejana juventud.



jueves, 16 de abril de 2020

XXX Los tiempos de la vida

DEDICATORIA: Para Sergio Armas López de Vergara,
que hoy cumple dieciocho años.

Desde la cofa del palo del trinquete me llegó ya el grito de “tierra a la vista” y desde la cubierta puedo ver una franja oscura en el horizonte, bajo las nubes, donde se encuentra mi destino. Tú te estás alejando de la costa y buscas, empujado por la fuerza de la vida, el mar abierto.
La cabeza de un hombre que está en el atardecer de la vida y la de un joven son tan parecidas y, a la vez, tan diferentes. 
Uno tiene un largo camino y un tiempo casi infinito por delante y para el otro todo pasó en un instante.
Al final, después de cruzar el océano, descubres que no has aprendido nada. Sigues dándole vueltas a las preguntas de los dieciocho años.
Pero no, sí, aprendes algo. A valorar lo pequeño, lo humilde y lo sencillo. Aprendes que lo demás solo sirve para tapar el hueco de nuestro vacío interior.

domingo, 12 de abril de 2020

XXX Desnudos, frente al espejo

¿Quién tiene valor para desnudarse y ponerse frente al espejo?
Primero fue Platón (427-347 a.C.) y el mito de la caverna. Luego, Kant (1724-1804) y la crítica de la razón pura. Después, Darwin (1809-1882) y su teoría de la evolución de las especies. Y, más tarde, los últimos conocimientos sobre percepción. 
Nunca llegaremos a conocer realmente del mundo que nos rodea por las limitaciones de nuestra propia naturaleza.
La percepción, como intuyó Platón y Kant, nos enseña que el cerebro, que vive rodeado de huesos y en la más completa oscuridad, mediante los impulsos eléctricos que le llegan de los sentidos, se fabrica una representación virtual del mundo exterior. Ese otro mundo que se imagina e inventa nuestro cerebro, nos ayuda a transitar por un mundo que nos será siempre inalcanzable. Vemos el mundo igual que un ciego de nacimiento que solo lo imaginara con la ayuda de su bastón.
La verdad siempre ha sido una desconocida para nuestro cerebro. Hemos sido diseñados por la evolución para luchar por la supervivencia. Lo que llamamos principios y verdades no tienen sentido para nuestro cerebro. Se modifican en función de nuestras necesidades de supervivencia.
Viviendo, como vivimos, en ese mundo virtual, son tan sencillos los juegos de imaginación.  
La mayor parte de nuestro cerebro está ocupada por fantasías que solo hemos creado para ayudarnos a sobrevivir. 
Darwin nos enseñó que somos una especie más sobre el planeta, pero nuestro cerebro, que es más fundamentalista que racional, no se deja convencer.
Una de las funciones principales de nuestro cerebro es tenernos siempre bien cubierto con la túnica de las mentiras para impedir que veamos nuestra propia realidad.
¿Quién tiene valor para desnudarse y ponerse frente el espejo? 

viernes, 10 de abril de 2020

XXX El héroe (poesía)

Esa mañana, al despertar, escuchó la noticia. Sus compañeros traían un prisionero. Con diecisiete años acababa de llegar al frente. Después, otro comentario: “el comandante no quiere prisioneros”.
Al mediodía, el comandante ordenó que lo hiciera uno de los nuevos. El teniente lo eligió a él.
Toda la Compañía estaba formada. El prisionero, atado y arrodillado, esperaba. El elegido se aproximó y apoyó su pistola en la frente del prisionero. Luego, lentamente, bajo el brazo hasta casi apuntar al suelo. De pronto, con gesto firme, levantó el arma, la dirigió hacia a su propia cabeza y disparó.

jueves, 9 de abril de 2020

XXX Los guachinches

Lo que más echo de menos de este encierro son mis paseos en soledad, el Lancelot, la Biblioteca de la Universidad y los guachinches.
Yo, desde hace unos años, en casa no tengo bebidas alcohólicas. Solo bebo alguna cerveza por ahí y el vino tinto de los guachinches.
Me gusta el ambiente familiar y sencillo de los guachinches, la forma despreocupada de vestir y de comportarse de sus clientes, su vino y esa sabrosa comida de las medianías.
Con los guachinches me pasa igual que con la música. Prefiero la más humilde de las bandas de música de cualquiera de nuestros pueblos que la mejor orquesta sinfónica del mundo.
Como ven, por mucho que quiera esconderse, el mago no puede disimularlo.

XXX El grano de arena (misterio)

Todo nuestro inmenso universo visible, con sus millones de millones de estrellas y de galaxias, es solo un diminuto grano de arena, sin la menor importancia, que vaga errante, impulsado por el viento, en el desierto de un mundo descomunal donde viven unos seres también descomunales.
Dentro de cualquier humilde grano de arena, que vaga errante impulsado por el viento en cualquiera de nuestros desiertos, existen pequeños átomos. En los diminutos electrones de alguno de esos átomos, que giran alrededor de su núcleo, viven unos seres también diminutos.
Esos seres descomunales y esos seres diminutos, creen, como nosotros, que todo lo que existe es solo su grano de arena, dentro del cual nacen y mueren prisioneros sin saberlo.

lunes, 6 de abril de 2020

XXX El niño malcriado

El cerebro humano es inexplorable. Se encuentra en lo más hondo de una profunda caverna de huesos. Es una incógnita hasta para su propietario.
Leonor y yo llevamos casados más de 47 años. ¡Ah! y 6 de novios- apostilla siempre ella.
Como es normal en estos casos no nos llevamos muy bien, ni bien, pero tampoco muy mal, ni mal, yo diría razonablemente bien, o mejor, medianamente bien, pues lo razonable poco tiene que ver los humanas.
Ella es la de la razón, la que cruza siempre la calle por el paso de peatones, la del orden, la de la legalidad, la de la verdad, la del compromiso, la de la formalidad y la de la corrección. A pesar de que soy el hombre más calvo de la isla, cada vez que vamos salir a la calle me pregunta: «¿tú te peinaste?».
Yo siempre ando perdido por los Cerros de Úbeda, viviendo entre sueños irracionales y ajeno al mundo que me rodea, como forastero en un país lejano del que desconociera hasta el idioma. Así paso yo el poco tiempo que me queda, arropado en la dulce vejez.
Todos estos días de encierro y soledad en común nos ha servido para explorarnos discretamente. Una especie de tibia luna de miel, como corresponde a una pareja que ha superado la barrera de los 70 años, se está produciendo,
Ella es la verdadera artífice y la que lleva todo el peso de esta relación. Yo soy solo el niño despistado y malcriado que se resiste a ser educado y con el que ella se divierte. 



sábado, 4 de abril de 2020

El encierro I (NO)

Con el encierro domiciliario he podido comprobar que la escalera del edificio donde vivo, desde la planta baja a la azotea, tiene 118 escalones.
Mi edificio, junto con otros tres bloques, forman un conjunto aislado, rodeado por una reja metálica de unos 2,5 metros de alto. Los cuatro están situados de forma irregular y a diferentes alturas.
Cuando nos vinimos a vivir aquí, hace unos 25 años, Yurena había comenzado ya la Universidad y se le había pasado el tiempo de las pelotas y las bicicletas, por lo que nunca pudo disfrutar de las zonas comunes. Siempre entro y salgo por el garaje y en las pocas ocasiones que lo hago a pie utilizo una puerta de la verja muy cerca de mi portal. No había transitado nunca por los paseos, las plazas y los jardines de las zonas comunes.
En la primera semana de la cuarentena, preocupado por el óxido de mis articulaciones, empecé a explorar todo el recinto.
Descubrí, con alegría, que en subir y bajar los 118 escalones de mi edificio y en recorrer todo el interior del complejo, que ahora está vacío y en silencio, tardaba entre 15 y 20 minutos.
Ahora, cada día, recorro cuatro veces el circuito.